Carne barata de vídeoclub

Título Original: KILLERS Dirección: Robert Luketic Guión: Bob DeRosa y Ted Griffin Intérpretes: Ashton Kutcher, Katherine Heigl,Tom Selleck y Catherine O´hara. Nacionalidad: EE.UU. 2010. Duración: 100 minutos ESTRENO: Agosto 2010

El peor de los síntomas que surge sobre el lugar que le aguarda a una experiencia fílmica cuando se encienden las luces en una sala de cine, construye su nido en la incapacidad para responder a una simple pregunta: ¿Para qué se ha hecho esta película? Si no hay respuesta, la garantía del olvido se impone. Eso acontece con Killers con un agravante, que las dudas sobre su razón de ser empiezan a arañarnos cuando apenas llevamos quince minutos ante ella. Se diría que el único servicio que Killers presta al espectador, consiste en reivindicar la dificultad del oficio del narrador de películas comerciales, en revalorizar los escasos méritos, pero méritos al fin y al cabo, de títulos como Noche y día.
Kill
ers se apunta a esa moda, carne barata de videoclub, del refrito argumental del thriller romántico contemporáneo. Aunque Robert Luketic, autor de la mucho más estimable dentro de su vacua frivolidad, Una rubia muy legal, se encomienda a la comedia clásica, nada de aquellas batallas épicas entre ellos y ellas se le ha pegado. Muy al contrario. En su condición de calco de copia, de clon de quinta generación, la sombra de sus precedentes desarma la eficacia de su estrategia.
Sin la legitimidad de aquellos históricos duelos que actores como Cary Grant y Katherine Hepburn elevaron a la categoría de arte clásico, a Killers sólo le queda intentar sostener en pie ese cruce desteñido que en el fondo es. Luketic mira de reojo el hacer de Brad Pitt y Angeline Jolie y se abrocha de paso al chiste costumbrista de rivalidades entre suegros y novios de las hijas, que a su manera bordó Robert de Niro. Ese es el material argumental que Luketic trata de sublimar por la vía de la hipérbole, de la incontinencia y de la acumulación de personajes que vienen y van para convertirse en muertos que aspiran a encender la risa a costa de fundir la inteligencia. En medio de ese derrumbamiento, Katherine Heigl, una actriz a la que le esperan mejores películas, pone cara de interrogarse: ¿Para qué hice esta película?

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