Víctima de la incertidumbreTítulo Original: A SERIOUS MAN Dirección y guión: Joel Coen y Ethan Coen Intérpretes: Michael Stuhlbarg, Richard Kind, Fred Melamed, Sari Lennick, Adam Arkin, Peter Breitmayer, Jessica McManus y Aaron Wolff Nacionalidad: USA, Francia y Reino Unido. 2009 Duración: 105 minutos ESTRENO: Enero 10

A veces la publicidad señala “accidentalmente” la esencia de los discursos que promociona. En este caso, con la última entrega de los Coen, se ha insistido en subrayar la idea de que Un tipo serio es un filme divertido. Se hace como si “serio” fuese un estigma funesto. Y sin embargo, dicen bien los Coen cuando tildan de serio a su protagonista porque serio, o sea real, verdadero y sincero es ese pobre hombre que naufraga en el núcleo de este relato desolado y desolador. Pero ¿qué queremos significar cuando hablamos de divertido? Divertir converge con desviar, alejar,… y designa la acción de dirigir la atención del enemigo a otras partes, para dividirlo y debilitarlo.
Eso, distraer la atención del verdadero meollo del argumento, es lo que le aguarda al espectador de este filme. Desde sus primeras películas, los Coen practican un cine anclado engañosamente en dos extremos. Uno, se dice, sabe de thriller. El otro explora la comedia y el humor. Dos rostros ¿opuestos? Al contrario. En ambos predomina el color negro de la melancolía, incluso cuando parece atisbarse un enrarecido happy end en el fondo.
Un tipo serio es, de todas las películas Coen, la más abiertamente judía en su aspecto formal y la más autobiográfica en su contexto. Nada que ver ni con el realismo ni con la memoria. Al contrario, Un tipo serio con el pretexto del ritual religioso y pese a estar presidida por las figuras de tres rabinos en tiempo presente y un cuarto de cuerpo presente, no disecciona lo que parece. Los Coen ponen en juego la razón de ser de su cine, la fragilidad del ser humano ante los acontecimientos. Entre el sheriff Tom Bell que Tommy Lee Jones daba vida en No es país para viejos y Larry Nidus, el tipo serio que con molestos ecos de Johnny Depp encarna Michael Stuhlbarg, se percibe la misma actitud de extrañamiento ante el mundo de los hombres y sus pacto social. Los Coen siempre han sido unos cineastas raros a los que el traje de Hollywood les incomoda sin que la vanidad del cine de autor les siente bien. Su cine es periférico y perplejo y como tal, este “Tipo” se comporta como un texto ejemplar, inteligente y frío. Un filme que parece entretener cuando lo suyo es acongojar. Que se disfraza de chiste judío para hablar del fatalismo universal.
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