El ogro y el tutor

Título Original: INTEMPERIE Dirección: Benito Zambrano Guión: P. Remón, Daniel Remón, B.Zambrano (Novela: J. Carrasco) Intérpretes:  Luis Tosar,  Luis Callejo,  Jaime López,  Vicente Romero,  Manolo Caro País:  España. 2019  Duración:  103  minutos

Benito Zambrano no es hombre de paños calientes ni de componendas políticas. Retrata a sus criaturas con colores vivos y brochazos gruesos. Se hizo cineasta en Cuba y cuando regresó a su Andalucía natal con el título bajo el brazo, filmó su primera película con la mirada puesta en lo inmediato. Lo inmediato era un universo de mujeres acosadas y hombres ausentes. Por eso tituló “Solas” a su primera película, una fábula moral que hablaba del reencuentro final entre una madre y su hija. La madre había pasado media vida cercenada por un hombre oscuro y brutal. La hija no se lo perdonaba, pero tampoco era capaz de mejorar sus propias condiciones ni de encontrar un hombre decente. El filme concluía con una mirada dulce ante una realidad temible, pero el público salía de la sala reconfortado, optimista, casi feliz.
Han pasado  veinte años de “Solas” y ocho años de “La voz perdida”, sus dos grandes referentes. Sabemos que Zambrano no es director con el que cuente demasiado la industria del cine español. Cada proyecto le cuesta y en cada proyecto proyecta mucho de su propia forma de ser, de su propia ideología y/o vivencia. En “Intemperie”, por más que surja de la novela de Jesús Carrasco, la mirada de Zambrano se impone. El director que comenzó practicando un cine edificado sobre su capacidad para recontar la realidad ha desembocado, dos décadas después, en una propuesta mixtificada y simbólica. En clave de western crepuscular, Zambrano ubica “Intemperie” en plena pesadilla del tiempo más descarnado del franquismo, al final de los 40. Un tiempo no muy lejano al que vio nacer a Benito Zambrano, un hijo de jornalero que sabe del significado de lo servil y qué es sentir miedo ante el señorito y el cacique, el guardia y el cura.
En ese sentido, “Intemperie” deviene en cuento terrible sobre la huida de un niño que escapa de un hombre y que encuentra en otro, la figura tutora que su propia familia no supo o no pudo dar. El ogro y el maestro, dos figuras masculinas que lo dominan todo y que marcan el deambular de un niño horrorizado por la sodomía y la brutalidad. Una España de polvo y sangre que a Zambrano le sirve para aupar una proclama de perdón. Previsible, directo y sin brillo, el filme depende del carisma de su niño protagonista. Y aunque ese niño, Jaime López, se esfuerza mucho, carece de magia. 
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