Entre la historia y la leyenda, Amenábar escoge lo segundo. Entre la verdad, ay la verdad siempre inalcanzable, y la máscara, Amenábar se rinde al maquillaje para realzar la fuerza estremecedora de lo monstruoso. Y en este filme, el monstruo tiene dos caras, la de Millán Astray y la de Francisco Franco.