Las comedias de Jim Jarmusch, salvo quizá “Down by Law” y “Night on Earth”, donde Roberto Benigni (re)cargaba el peso del humor, rara vez arrancan risas. Lo suyo pertenece al reino de las sonrisas. Jarmusch, primer espada de la generación neoyorquina que debía recoger el testigo de los Scorsese, Allen y compañía en los años 80, evidencia una coherencia de hierro.

La piedra angular sobre la que crece este filme parte de una doble negación. Asumir que un “No no quiero” desemboca en un “quiero” no evita asumir que esa aceptación esconde en su interior la sombra de la indecisión y la duda. En tiempos líquidos, en una hora en la que nadie asume nada, Carles Marqués-Marcet cuestiona aquí el dilema de la maternidad.

“Los Japón” cabalga sobre los altavoces propagandísticos de “Atresmedia” y aspira, con total merecimiento, a ser considerada la comedia española más nefasta de lo que llevamos del siglo XXI. Su existencia consigue que si la subvención pública en el mundo del cine provocaba desconfianza, el mecenazgo privado y la dictadura de las cadenas de televisión sea visto como garantía del final de toda esperanza para el cine español.