Habría que preguntarse por qué dos de los directores que mejor han sabido desvelar el núcleo duro del freakismo y el arrabal cañí, Alex de la Iglesia y Santiago Segura, ahora, en 2018, con apenas unas semanas de diferencia, estrenan sus últimas películas levantadas sobre historias ajenas.

Caminar por el filo de lo grotesco se suele hacer o bien desde la insensatez temeraria o bien desde el arrojo inteligente. El contenido que nos aguarda en este viaje al averno de Paul Urkijo ni teme al ridículo ni se esconde en lo convencional.