Los archivos del Pentágono transcurre entre dos batallas. En una, Spielberg muestra a un numeroso grupo de soldados norteamericanos pintando sus caras, camuflándose para ir al combate. Parecen actores maquillándose antes de entrar en el escenario, pero pronto sabremos que son carne de cañón, el peaje de sangre que tributa el gobierno yanqui para evitar reconocer su humillación.

El universo de Andréi Zvyagintsev se debate entre dos niveles de significación. En el primero, sus historias avanzan escalando las paradojas y contradicciones de la condición humana. Sus personajes son retratados desde la distancia, sin pasión ni compasión. No espera nada. No reclama nada. Sus películas entonan un réquiem ensimismado.

El propio Campillo alude a ello al hablar de las personas infectadas por el SIDA que en los años 90 se enfrentaban a una muerte inexorable. Uno de sus personajes se define y define a sus compañeros como zombies. Esa condición de muertos vivientes tiende un puente entre esta película y su primer largo, Les Revenants (2004).