A partir de un relato casi iniciático con el que debutó hace 30 años Javier Cercas, Martín Cuenca, buen lector y sólido profesional del lenguaje cinematográfico, alumbra este trabajo. Durante mucho tiempo se pensó en llamarlo como la obra original, El móvil; finalmente, se impuso “el autor”, probablemente porque la palabra móvil ha sido colonizada por las terminales telefónicas, algo que en 1987 todavía no había ocurrido.
Una creencia discutible, pero razonada, expone que la obra de Isabel Coixet podría articularse entre las películas que rueda en inglés, -las buenas-, y las que hace en castellano, que si no malas, son peores. No sería del todo exacto, pero algo de ello podría sostenerse.
Durante el rodaje de Aguirre o la cólera de dios, Klaus Kinski y Werner Herzog vivieron lo contrario a un idilio. Lo suyo fue un suplicio en medio de un río, rodeados de mosquitos y desolación.