Articulada en tres tiempos, Moonlight revolotea en torno a la vida de un personaje que guarda significativos lazos de unión con su guionista y director, Barry Jenkins. Pero no se trata de un filme autobiográfico. No hurguen en la literalidad del texto fílmico, porque no es allí donde se produce la identificación entre Jenkins y su protagonista. Sin embargo, entre lo que cuenta la historia de Tarell McCraney, autor de la pieza original, y lo que se apunta sobre la biografía de Jenkins, hay algo más que leves coincidencias.

Aunque el título promete que se trata de “el capítulo final”, cuando llega su desenlace la cosa no parece tan evidente. Dicho de otro modo, su realizador, padre de la criatura y marido de la principal actriz, Paul W.S. Anderson, no parece dispuesto a dar por concluida la serie protagonizada por Milla Jovovich.
Para quien lo haya olvidado, Paul W.S. Anderson, el menos interesante de los cineastas en activo apellidados Anderson, tuvo un inicio prometedor.

Poco más de cinco millones de habitantes pueblan Finlandia. Menos de cuatrocientos mil sostienen Islandia. Ambas se proclaman como tierras de hielo… y cine, si se repasan los últimos éxitos que vienen del norte de Europa. Si el año anterior tres películas, Sparrows, Ram y Corazón gigante demostraron que en Islandia existe el buen cine, ahora, desde la patria de Kaurismäki, desembarca un filme peculiar y extraño. Juho Kuosmanen, su director, opta por un blanco y negro limpio.