La nota equivocada
foto-lareligiosaTítulo Original: LA RELIGIEUSE Dirección: Guillaume Nicloux  Guión:  Jérôme Beaujour y Guillaume Nicloux  a partir de la novela de Diderot Intérpretes:  Pauline Etienne, Isabelle Huppert, Louise Bourgoin y Martina Gedeck  País:  Francia. 2013  Duración:  100 minutos ESTRENO: Diciembre 2015
La sombra de Rivette además de alargada, en este caso, ha sido mitificada por el escándalo y acrecentada por la leyenda. La cuestión es que hace 50 años, el pulmón intelectual de la Nouvelle Vague, Jacques Rivette, se echó a la espalda el texto de Diderot y sin complejos de culpa ni pagar peaje con la Historia, adaptó este relato en medio de escándalos y absurdas prohibiciones. La España franquista la maldijo y hubo que esperar al tiempo de la transición para poder ver la historia de una monja en un tiempo de perversiones, miedo y cambios.
Cincuenta años después parece indiscutible que el tiempo transcurrido ha ablandado muchas cosas. Entre otras la rigidez de la ortodoxia católica y su nivel de intolerancia. El texto de Diderot, la desventura en clave de folletín de claustro y celda de la infeliz protagonista, hija bastarda, monja a su pesar, objeto de deseo y carne de martirio y envidia, adquiere otros ecos. Digamos que su poder de inquietar ya no es el que Diderot escribió un día y el que Rivette supo convocar en su película. Pero digamos que su perturbador contenido todavía perturba.
Poco antes de zambullirse en el secuestro imaginario de Houellebecq, el lúcido y controvertido escritor, piedra angular de la Francia que ahora vota a la extrema derecha, Guillaume Nicloux recreó con rigor, belleza formal y enorme sutileza, La religiosa. Recordemos que Nicloux nació un año después de que Rivette estrenara su versión en medio de la emergencia de los llamados nuevos cines. En el tiempo del pensamiento débil, facebook omnipresente y en el albor de la última cruzada, este melodrama de dudas de fe, de laberintos conventuales, de mujeres encerradas, le permite obtener un bello y solvente trabajo interpretativo de sus principales intérpretes. Bien Isabelle Huppert, inmensa Pauline Etienne. Notables hasta las secundarias sin nombre. En medio de ese coro de voces femeninas, Nicloux juega a fundir Kubrick con Dreyer, sabiendo que ahora las cosas son más epidérmicas. Todo, se dice en el filme, empezó por una nota de piano equivocada. Un leve error, una epopeya desolada y desoladora.
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