Coreografía mística
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Título Original: LA NOVIA Dirección: Paula Ortiz  Guión: Paula Ortiz y Javier García; basada en “Bodas de sangre” de Lorca Intérpretes: Inma Cuesta, Álex García, Asier Etxeandía, Leticia Dolera y Manuela Vellés País: España.  2015  Duración:  95 minutos ESTRENO: Diciembre 2015
El fluido vital, la gasolina que alimenta el motor de La novia, segundo largo de Paula Ortiz, debe mucho a Federico García Lorca y sus Bodas de sangre. Así, Ortiz arranca de una mirada ensimismada por ese estremecimiento poético tan propio del autor de Yerma, tan adobado por aromas de estampa racial, habitado por raíces de tierra, “quejíos” y miseria.
Nacida en 1979, en Zaragoza, Paula Ortiz debutó al frente de su primer largometraje en 2010. Se titulaba De tu ventana a la mía. Era un arriesgado filme en torno a tres mujeres, de tres tiempos diferentes, de tres edades distintas entrelazadas por una misma condena: su condición de género en un mundo enajenado por la violencia. Y no le fue mal a Paula Ortiz con su película de presentación. Recibió premios, tuvo una cálida acogida y quedó clara su querencia por una sensibilidad lírica extrema. Se mostró capaz de mancharse hasta herirse con el ridículo, capaz de palpitar con metáforas hiperbólicas como aquellas de las que huía su paisano Luis Buñuel quien sí conoció a Lorca y de quien se distanció en su día. No así Paula que si en De tu ventana a la mía se abrazaba al exceso, aquí se funde con la sublimación del gesto y lleva al apoteosis la ritualización de la coreografía.
En ese sentido, Paula Ortiz da una intensa vuelta de tuerca al hacer de directores como Carlos Saura en su maridaje con el mundo del flamenco, lo popular y Lorca. Tres estadios ajenos que, a menudo y con criterio débil, se empaquetan juntos. La cuestión es que La novia llegó de puntillas al festival de Donostia ninguneada por una sección oficial rebosante de títulos de producción española. Como la sección oficial este año carecía de músculo artístico, La novia empezó a crecer de boca en boca como la otra, como esa ¿gran película? que el festival había despreciado. No es verdad. La novia, con sus espejismos turcos, con sus teatrales maneras, con esa solemne retórica de arrebato y hondura, entre el texto fílmico y el videoclip, se queda con la rima del slogan. Abrumadora, pretenciosa, hueca, a esta novia solo le redime del hundimiento la fe y la coherencia de su realizadora; ese creer en lo que ni siquiera Lorca creía. Eso era lo que Buñuel no soportaba.
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