Por debajo de la piel con la que se recubre Viaje a Sils Maria, fluye sangre vieja, savia eterna. Ecos de un pasado solemne y grandioso. La opción de Assayas parece obvia: si se ha de referenciar a alguien, que sea a los más grandes. Y para el autor de Demonlover, entre los más grandes reinan Bergman y Antonioni. Pero no sólo ellos.

Desde la secuencia inicial, una acción policial que se utiliza para describir el carácter de su principal protagonista y el por qué de su maltrecho estado de nervios, todo huele a producto televisivo. Para el minuto cinco, no cabe duda, Misericordia, como señala su título, es lo que hará falta al espectador para poder asumir que este divertimento carece de pretensiones de autor y originalidad; está huérfano de ingenio.

Cabeza visible y probablemente el mejor director del pujante cine francés de terror que amaneció con el nuevo siglo XXI, Alexandre Aja se enfrenta en Horns a su proyecto más complejo, más arrebatado. Este argumento en una industria como la española jamás se hubiera realizado.