Parodia, que algo queda

foto-murieronporencimaTítulo Original: MURIERON POR ENCIMA DE SUS POSIBILIDADES Dirección y guión: Isaki Lacuesta Intérpretes: Raúl Arévalo, Imanol Arias, Bruno Bergonzini, Àlex Brendemühl, José Coronado, Eduard Fernández, Ariadna Gil Nacionalidad: España. 2014 Duración: 100 minutos ESTRENO: Mayo 2015

Desde su nacimiento al cine, la trayectoria de Isaki Lacuesta se ha significado por su falta de ortodoxia. Se diría que Lacuesta trata de regatear a su propia sombra especialmente cuando ésta ha sido saludada por el éxito y los parabienes. Fiel a ese ideario, en cada nuevo proyecto aparece con el paso cambiado respecto a lo que había sido su obra precedente. Hasta ahora, Lacuesta había dirigido los siguientes títulos: Cravan vs Cravan (2002), La leyenda del tiempo (2006), Los condenados (2009), La noche que no acaba (2010), Los pasos dobles y El cuaderno de barro (2011). El común denominador de todos ellos reside en su total alejamiento con respecto a las pautas del cine comercial y/o convencional.
Hasta ahí, su actitud podría calificarse de interesantemente personal, de singularmente valiente. Pero llegó este Murieron por encima de sus posibilidades y, siendo personal, lo de valiente se convierte en insensatez y de lo interesante ya nada queda. Lo mejor de este fallido esperpento, que pretende aires de insolencia, es que revaloriza a quienes antes que él, han intentado avanzar por la misma senda. Murieron… ni anuncia un cine distinto, ni denuncia nada.
Es decir, como crónica caricaturesca del país de aquí y ahora, poco revela y a nadie desvela. Como juego de humor, convierte a cualquier entrega pasada de El Jueves en un modelo superior. A su lado, las películas menos logradas de Alex de la Iglesia resultan un prodigio de esfuerzo, planificación y sutileza. El mayor problema de Murieron por encima de sus posibilidades lo enuncia su título. Lacuesta ha tratado de hacernos reir por encima de sus posibilidades. El humor en el arte representa la más compleja de las operaciones. Cuando se convoca al ingenio para provocar la sonrisa, la maquinaria narrativa se vuelve más precisa, todo depende del ritmo, del tono justo, de la inteligencia. Otra cosa es aplicar brocha gruesa y regüeldo zafio, de ahí solo mana la risotada y la gracia chusca. Pero lo chusco no provoca en el espectador ninguna gracia que merezca ser evocada.
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