Con la muerte pegada al alma 

foto-itfollowsTítulo Original: IT FOLLOWS Dirección y guión: David Robert Mitchell  Intérpretes: Maika Monroe, Keir Gilchrist, Daniel Zovatto, Jake Weary, Olivia Luccardi, Lili Sepe, Linda Boston Nacionalidad: EE.UU.  2014 Duración: 113 minutos ESTRENO: Mayo 2015

La capacidad del cine fantástico para significar mucho más de lo que reproduce y representa y para convocar aquello que se escapa de la evidencia de su anécdota argumental, hacen de este género, el más polisémico de todos, el más inquietante, el que mejor puede y quiere simbolizar los miedos que amedrentan al ser humano y sus fantasmas. It Follows da una lección de solvencia del poderío del género fantástico. Y lo hace reivindicando a su director y guionista, Robert Mitchell, como uno de esos profesionales a los que no hay que perder de vista. Si su primer largometraje, The Myth Of The American Sleepover era una digna opera prima que permitía conjeturar a partir de qué paradigmas trabaja este director nacido en Michigan, It Follows lo avala como uno de los emergentes valores del más exigente y pantanoso de los géneros, la fantasía.
Con el trasfondo de las habituales horror-movies de teenagers de hormona revuelta y cabeza tonta, no tarda mucho el espectador en comprender que aquí las estupideces son pocas y rara vez injustificadas.
Con vocación simbólica y sin ocultar su deseo de generar lecturas oblicuas, It Follows reinventa el legado de Lovecraft con maquillaje del presente. Habla de la inevitable llamada de la muerte. La idea, una especie de “tú la llevas”, que provoca que si el que carga con la condena no se da prisa en pasársela al otro lo antes posible pronto será él quien pase a mejor vida, se adentra en una carrera contrarreloj más convencional por las formas aparentes que por la subtrama que lo mueve. Es posible que si el espectador no está atento, la apatía de nuestra cartelera comercial relegue a esta perturbadora y, por momentos, impactante y sobrecogedora obra a no llegar a su público. Un público que nada tiene que ver con el (in)feliz consumista de infames subproductos consistentes en engullir todos los tópicos para atragantarse de nada. Aquí Mitchell trata al espectador con respeto y lo reconduce por recovecos de quebranto moral, por paisajes de sobresalto emocional para hablar de la muerte como algo pegado en el alma.
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