Reivindicación de la no familia
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Título Original: LOS TONTOS Y LOS ESTÚPIDOS Dirección y guion: Roberto Castón Fotografía: Juanmi Azpíroz Montaje: Raúl Barreras Intérpretes: Roberto Álamo, Cuca Escribano, Josean Bengoetxea, Fidel Betancourt, Aitor Beltrán, Nausicaa Bonnin, Erika Olaizola, Vicky Peña yTeresa Lozano País: España. 2014. Duración: 91 minutos ESTRENO: Octubre 2014
En el alumbramiento de este filme de apariencia humilde y alcance largo, las circunstancias que rodean el deshacer de la política cultural del país estuvieron a punto de abortar la bella idea que late en su interior. La falta de dinero amenazó la viabilidad de Los tontos y los estúpidos. Ya saben, como no había suficiente liquidez para pagar las tarjetas negras de Bankia, las subvenciones al cine más necesitado se cortaron por lo sano. Sin embargo, la infinita paciencia de su autor, Roberto Castón, y la pasión rigurosa de un grupo de profesionales, logró un pequeño prodigio. Convertir sus limitaciones en un punto de partida, sublimar la miseria con dignidad.
Castón reinventó su guión, una historia llena de clamoroso entusiasmo que rompe una lanza a favor de la heterodoxia. La familia es el fundamento, el tema. Pero la familia entendida en su vertiente más ilimitada, más abierta. Con el Pasolini más enigmático, el de Teorema, como guía, y con los Tavianni de su último zarpazo de cineastas que se niegan a ser retirados, como modelo de cine macerado desde las entrañas, lo que Roberto Castón propone es simple y directo: dar un cachete a la mezquindad.
De hecho, su título lo anuncia, lo preludia: el mundo se divide entre tontos y estúpidos. La diferencia entre unos y otros, se llama felicidad: saber aceptar al otro, ser capaz de asumir sus limitaciones, conllevar sus grandezas y vivir en compasión, esto es vivir con pasión con quien queremos y con quien nos ama más allá de sexo, de género, de clases, en la salud y en la enfermedad, es vital para llegar a ella. Este ideario del bien hacer y mejor querer podía haberse fragmentado, corroido por la impresión de que la vida es otra cosa, es peor. Al convertir todo en un ensayo previo al rodaje, al diluir lo real con lo representado, al fundir lo que se desea con lo que nos espera, Castón hace de ella una acogedora película vasca “italianamente” tierna.
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