El exorcista, el poli y el diablo
libranosdelmal
Título Original: DELIVER US FROM EVIL Dirección: Scott Derrickson Guión: Paul Harris y Scott Derrickson a partir del libro de Ralph Sarchie, Lisa Collier Cool Intérpretes: Eric Bana, Edgar Ramirez, Olivia Munn, Joel McHale y Sean Harris País: EE.UU. 2014 Duración: 118 minutos ESTRENO: Septiembre 2014
 
Nada ha podido superar todavía la conmoción que provocó El exorcista, el filme de William Friedkin realizado hace ahora 40 años. Recapitulemos. Eran los años 70, un tiempo de confrontación con una realidad que no era la que habían preconizado los movimientos libertarios del 68, ni el ya imparable reconocimiento de los horrores del Vietnam, los delirios de Mao, la locura en la América latina o el nuevo cautiverio de la Europa del Este. Entonces, en esos años, el cine se mostró muy sensible a levantar la alfombra del mal ideando relatos de demonios e ignominia. Cuatro décadas después, llevamos unos cuantos años donde los exorcismos en el cine ofrecen un revival que se muestra dócil con los fundamentos católicos, simple con los argumentos y titubeante con los logros.
Scott Derrickson, director de Líbranos del mal y autor de la sobrevalorada El exorcismo de Emily Rose, además del vacuo remake de Ultimátum a la Tierra, regresa al terreno de los endemoniados.
Aquí se sirve de una historia de esas llamadas reales que adquiere en su traspaso al cine los rasgos inequívocos de lo inventado. Que la crisis del presente guarda simetría con lo de los años 70 es un hecho tan comprobable como que Derrickson al lado de Friedkin se comporta como un adolescente. Su relato, que culmina con un exorcismo pero en el que involucra a un agente de policía atormentado por la culpa y a un sacerdote de discoteca diestro en acodarse en una barra de bar, está lleno de diálogos banales y personajes planos. Sus mejores bazas se asoman en la plasticidad de algunas secuencias y en los detalles ornamentales. El resto, fiebre de monaguillo obnubilado por una fe de feligrés supersticioso. Mezcla de thriller y terror, Líbranos del mal revalida la definición de Borges de la teología: una rama de la literatura fantástica; en este caso, con un mediocre relato.
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