En el amanecer del pop
Still from Clint Eastwood's Jersey Boys
Título Original: JERSEY BOYS Dirección: Clint Eastwood Guión: Rick Elice y John Logan a partir del libro de Marshall Brickman Intérpretes: John Lloyd Young, Vincent Piazza, Erich Bergen, Michael Lomenda, Christopher Walken, Jeremy Luke y Joey Russo País: EE.UU. 2014. Duración: 134 minutos ESTRENO: Septiembre 2014
 
En la plenitud de su carrera, Francis Ford Coppola, convertido en un iluso David, se enfrentó a los molinos de Hollywood sin ser consciente de que eran gigantes vengativos. Lo hizo con un musical heterodoxo, un género que los grandes estudios habían desterrado y con el que Coppola se iba a enterrar. Corazonada significó la ruina del director que tuvo el mundo a sus pies tras firmar joyas como El padrino y Apocalypse Now. Corazonada fue destrozada por la crítica y despreciada por el público. No era mala, era imprecisa, extraña, excesiva y, probablemente fallid, pero había en ella pasión y riesgo.
A Clint Eastwood le podría suceder algo parecido con Jersey Boys, un musical en torno a los Four Seasons; precedente del pop que luego The Beatles convirtió en el emblema de un tiempo nuevo. Cuesta trabajo comprender por qué Eastwood, que al comienzo del siglo XXI firmó tres excelentes obras como Mystic River, Million Dolar Baby y Gran Torino, decidió enfrentarse a un guión comprometido por la realidad y maniatado por su origen. De hecho, hay momentos en los que Eastwood y su cámara parecen avergonzarse por algunos de los parlamentos familiares que se recitan. A Eastwood los personajes que muestra le atraen como iconos de un tiempo blando. Su fundamento no reside en ellos sino en el juego de máscaras que Eastwood recrea para cuestionarse la mordedura del tiempo. El verdadero protagonista es lo que queda, más allá de alguna canción. Recordemos que a Eastwood le gusta el jazz, ese es su mundo, el de esa América a la que ha dedicado todo su cine. Frente a ella, la América de los Four Seasons se retrata como símbolo de decadencia caricaturizada, eso sí, con la misma melancolía que agitaba a Gran Torino. Solo que aquí muestra la cara más grotesca y bizarra de un Eastwood, empecinado vaquero, heterodoxo, único.
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