De las seis películas españolas presentes en la Sección Oficial, dos fuera de concurso y cuatro a competición, le tocó romper fuego a La isla mínima de Alberto Rodríguez. Y fue la suya una presencia vigorosa y capaz, un ejercicio fílmico que se mueve en unos niveles que si hubiera una docena como ella al año, no hablaríamos de crisis del cine español sino de renacimiento. A su lado concurrieron dos viejos conocidos; uno el veterano realizador de Pelle el conquistador, Bille August; el otro, un habitual en Zinemaldia, François Ozon.