Historias de soledades en compañía
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Título original: DANS LA COUR Director: Pierre Salvadori Guión: Pierre Salvadori, David Léotard Intérpretes: Catherine Deneuve, Gustave de Kervern, Pio Marmaï, Féodor Atkine, Michèle Moretti Nacionalidad: Francia Año: 2014 Duración: 97 minutos ESTRENO: Agosto 2014
 
El nombre de Catherine Deneuve señala y ennoblece algunas de las páginas más deslumbrantes de la Historia de cine. Al lado, no podría decir que bajo las órdenes, de Truffaut, Vadin, Buñuel, Polanski, Oliveira, von Trier, Ozon y un largo etcétera, Deneuve ha cultivado citas inolvidables a lo largo de medio siglo. Medio siglo que ha pasado por ella casi de puntillas, respetando una aureola de diva de las que ya no quedan, de esas que ya no nacen ni se hacen, son leyenda. De su magnetismo se puede recordar que hace diez años, en el festival de San Sebastián, por (des)ajustes de programación, se dispuso que Deneuve hiciera para la crítica una presentación de su último trabajo, a medianoche. El filme rodado junto a Malkovich con Manoel de Oliveira era Una película hablada. El lleno para acompañarla fue absoluto y la ovación impresionante. Tan impresionante como ver el patio de butacas prácticamente vacío dos horas más tarde puesto que la mayoría se escapó poco después de que ella hiciera su presentación y se ausentara de la sala. Dicho de otro modo, si bien es cierto que Catherine ha alumbrado filmes imprescindibles como Belle du Jour y Tristana, en los últimos tiempos casi todos sus trabajos se pierden en el olvido y todo se abisma en un pozo de desmemoria del que solo regresa ella con el aureola de lo que fue.
Paradójicamente eso no pasará con En un patio de París porque, aunque ella se pasea por la película, en realidad forma parte de una historia coral, un fresco desconcertante y triste que no es lo que aparenta. Entre otras cosas porque su ADN lo descubre como una comedia que no busca la risa y un drama que no trata de conmover. Sus criaturas se encuentran definitivamente rotas y los accidentes de esa cartografía argumental, apenas son destacables; al contrario, unos y otras conforman una galería de muertos vivientes, de extrañamientos emocionales perdidos en un patio de vecindad en una Francia cercana.
Pierre Salvadori, guionista y director de En un patio de París, pertenece a ese grupo de profesionales eficaces y discretos que trabajan con regularidad para la industria del cine francés con la intención de equilibrar el afán de autoría con un cine popular. En su caso eso desemboca en narrativas convencionales con personajes metidos en situaciones heterodoxas.
El filme se abre con un micrófono iluminado que espera en vano un cantante que no llega y se cierra con una canción ante el desconcierto de un final ambiguo, porque la imagen niega lo que la voz de Mathilda (Catherine Deneuve) se empeña en no aceptar: el (no) futuro de Antoine. Entre medio, una procesión de personajes en un vecindario marcado por la inclasificable (a)normalidad de las personas corrientes. Esos vecinos tras los que se esconden historias sin narrador y desenlaces sin portavoz. Así, en medio de excentricidades y naufragios, Salvadori se centra sobre todo en la odisea de dos malheridos emocionales; una ama de casa cuya estabilidad neurológica se resquebraja irremisiblemente, y un músico autodestructivo anclado en una depresión que combate a golpe de cocaína. Entre ellos, unos cuantos personajes delirantes con los que se radiografía una sociedad atravesada por habitantes que rumian una derrota sin esperanza ni caridad.
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