El nombre de Catherine Deneuve señala y ennoblece algunas de las páginas más deslumbrantes de la Historia de cine. Al lado, no podría decir que bajo las órdenes, de Truffaut, Vadin, Buñuel, Polanski, Oliveira, von Trier, Ozon y un largo etcétera, Deneuve ha cultivado citas inolvidables a lo largo de medio siglo.

Bajo el disfraz de una obra de época, bien fotografiada, mejor interpretada e inteligentemente escrita, respira un filme notable que se interna en el resbaladizo territorio de la condición de la mujer en el pasado (pura melancolía del presente) para engarzar dos condiciones de agresión: la de género y la de raza.