Tonterías de geriátrico
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Título Original: HUNDRAARINGEN SOM KLEV UT GENOM FÖNSTRET OCH FÖRSVANN Dirección: Felix Herngren Guión: Felix Herngren y Hans Ingemansson; según la novela de Jonas Jonasson Intérpretes: Robert Gustafsson, Iwar Wiklander, David Wiberg, Mia Skäringer , Jens Hultén y Bianca Cruzeiro Nacionalidad: Suecia. 2013 Duración: 114 minutos ESTRENO: Julio 2014
 
Este abuelo, que protagoniza el título y el contenido de este filme, pretende ser divertido, pero a menudo resulta patético. Quiere arrancar carcajadas y provoca bostezos. Se reviste de comedia disparatada y al final se sabe que hay mucho de nonsense y nada de entretenido. Levantada sobre las huellas de un best-seller que arrasó en las heladas tierras vikingas, su traslación al cine no resulta brillante ni eficaz. Al contrario, Felix Herngren choca frontalmente con el primer escollo que conlleva toda adaptación literaria, resolver la encrucijada de concretar en carne y hueso lo que antes se impuso en escritura e imaginación. La elección del actor Robert Gustaffsson para encarnar a un anciano de 100 años se descubre apergaminada, artificial, máscara que impone impostura y distancia. Mala elección que convierte sus vicisitudes en puro esperpento sin vocación de serlo.
El argumento parece simple. Un personaje sin sujeción afectiva ni futuro largo, se escapa del asilo en el que se encuentra “hospedado” justo el día en el que se celebra su centenario. Huye hacia ningún lado pero, en su periplo, como un Ulises jubilado, se ve involucrado con una red de mafiosos inspirados en las aventuras de Mortadelo y Filemón. Cuanto más le persiguen, más amigos encuentra en su camino. Camino al que una maleta robada llena de billetes sirve de McGuffin sin suspense ni tensión.
Su tosquedad y sosería reducen a nada lo que, en la novela significó un asombroso éxito. Al menos entre los escandinavos, gentes con un sentido del humor cuyos resortes resultan para quien esto escribe incomprensibles e incomprendidos, la novela gustó sobremanera y la película también ha recibido muchos aplausos.Felix Herngren goza de éxito y reconocimiento en su Suecia natal y con El abuelo ha conseguido esa proyección internacional que apela a lo obvio y que se despeña en su vocación de populismo simple y directo. Lo simple, no como manifestación de lo sencillo, sino de lo insustancial, de lo obvio; de lo que tiene poco que contar y nada que decir.
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