La última frase de este filme épico de estructura de sierra y relatos esquinados, tiene lugar cuando los créditos certifican su ocaso. Algunos espectadores con urgencia se la perderán irremediablemente porque se pronuncia cuando la historia ya ha concluido. La frase sale de los labios de Tony Leung, un actor que para Wong Kar-wai tiene mucho de alter ego.

En los primeros compases de En la flor de la vida, aparece una señal de alarma. Cuando ya sabemos, más o menos, quienes copan el interés de esta película, presentimos que ninguno de ellos nos interesa demasiado. Es más, sabemos que todos resultan insoportables, cartón piedra, estereotipos que pretenden hablar de la vida cuando poco hay en ellos que refleje algo que la merezca.

El fantasma de Intocable, el mayor éxito comercial del cine francés del siglo XXI, se pasea por la barca-escenario de este filme que comparte el mismo protagonista: François Cluzet. Pero desde su mismo enunciado, hay algo en su interior que se sabe espejismo, que se percibe falso, que (nos) engaña. ¿Por qué se titula En solitario si su protagonista nunca lo está?