El viaje a través del tiempo nos ha acompañado desde que el hombre fue capaz de convocar esa hipotética posibilidad. Recapitulemos. De Borges a Dickens; de Asimov a H.G. Wells; de Michael Crichton a Mark Twain, las alusiones, los mecanismos que se utilizan para hacer que el ser humano se pasee por el calendario como lo hace por las carreteras de su provincia, son diversos, polimórficos. En el mundo del cine, las referencias a ese periplo a través del crono no tienen la obligatoriedad de acudir a la física cuántica.

El mayordomo que da título a este filme, el hombre al que Lee Daniels (Precious, 2009, The paper boy, 2012) le hace un homenaje fervoroso, existió en la realidad. Llegó a la Casa Blanca casi por casualidad y con gesto sumiso. Trabajó sin interrupción al servicio de todos los presidentes yanquis desde Eisenhower a Reagan.

El contexto histórico de la última película de Lucía Puenzo (El niño pez, 2009 y XXY, 2007) es fiel a los hechos. Sin embargo su ficción, su puesta en escena, es orfebrería y ensayo. Por ello, El médico alemán aparece como un sugerente poema sin ripios acerca del horror sin conciencia. Una mirada introspectiva que hurga en los pliegues del enigma y de la reflexión.