CINE ORIENTAL en el Festival de San Sebastián
El hombre de barro 


Antes de empezar, un repaso a la historia: Entre 1975 y 1979 Camboya se convirtió en Kampuchea Democrática, nombre con el que se conoció a ese país durante la dictadura de los jemeres rojos, un partido al frente del cual se situaba un hombre aferrado a un abanico llamado Pol Pot. Casi dos millones de personas murieron en Camboya/Kampuchea, lo que suponía que uno de cada tres camboyanos desapareció, fue asesinado, ejecutado, se suicidó o falleció a causa del hambre y las penosas condiciones de vida a las que se vieron sometidos. La dictadura de Pol Pot había sucedido a cinco años de guerra civil  tras el golpe de estado en 1970 por parte del general Lon Nol que, contando con la ayuda de Estados Unidos, derrocó al príncipe Norodom Sihanouk. Más de quinientas mil toneladas de bombas cayeron sobre Camboya en aquellos cinco años y más de seiscientas mil personas murieron.
¿Quién puede narrar una tragedia de esas dimensiones? ¿Cómo se puede contar que un hijo denuncia a su madre por coger unos mangos y la mujer desparece para siempre? ¿Cómo es posible filmar a un padre que decide dejar de comer peor que un animal, y muere? ¿Quién lo interpreta? ¿Cómo retratar a quienes hicieron todo aquello? ¿Es el documental el único camino? Aunque existen imágenes de archivo falta algo, siempre va a faltar algo en la memoria de cada uno y en la memoria colectiva.
El realizador Rithy Panh nació en Nom Pen en 1964. Durante su infancia su país conoció el gobierno de Sihanouk, el golpe de estado de Lon Nol, la participación de Camboya en la guerra de Vietnam y la llegada de los jémeres rojos, cuando él tenía 11 años. Toda su familia murió durante el periodo de «rehabilitación» impuesto por Pol Pot a la población de su país. Solo él pudo escapar a Thailandia y luego a Europa.
L´image manquante comienza con la imagen grabada de una bailarina luminosa y dorada que pronto dará paso a unas manos humanas esmeradas en la construcción de un pequeños hombre de barro. Pero el hombre no está solo ya que forma parte de un país de figuritas de arcilla.  La voz del actor de origen camboyano Randal Douc relata con un tono poético la tragedia. Los que la representan son  pequeños  trozos de barro antropomorfos que a veces se combinan con unas imágenes de archivo donde se contempla a un país que mueve incansablemente su propia tierra de un lado para otro, que se agrupa para no morir y también para morir y que va debilitándose de hambre. Según pasa el tiempo, los ojos de las figuras de arcilla se van hundiendo, se reducen.
Rithy Panh, que en su impactante documental S-21 la máquina de matar de los jemeres rojos puso voz a las víctimas y a los verdugos y se rozó con ellos, se aleja del hombre real mientras se acerca al barro y con él al origen. Sabe que, por mucho que se revisen las viejas películas, siempre faltará la imagen que abra la puerta a las respuestas.

Blanca Oría
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