Al padre lo que es del padre… 

Título Original: RENOIR Dirección:  Gilles Bourdos Guión: Gilles Bourdos Intérpretes:  Michel Bouquet, Romane Bohringer, Thomas Doret, Michèle Gleizer, Vincent Rottiers, Christa Theret Nacionalidad:  Francia. 201 3 Duración: 111 minutos ESTRENO: Agosto 2013

La genialidad jamás ha sido monárquica, es decir, nunca se ha heredado a través de la sangre. De hecho el talento y la muerte son las armas de la Naturaleza con las que, felizmente, se iguala a todos los seres humanos. Y de eso, de talento y muerte es de lo que se trata en este filme. De eso y de  abismarse a la relación de una de esas raras excepciones en las que la celebridad atraviesa por igual a ambos: Pierre Auguste Renoir (1841-1919),  y Jean Renoir (1894-1979). 
Gilles Bourdos, guionista y director, decide no diecantarse por ninguno. Su película, Renoir, aúna a ambos y no se ajusta a las reglas del biopic; no trata de contar una biografía por más que ésta se entrevea en el marco de un último encuentro. El filme, sin negar la recreación de unos hechos biográficos, se mueve mejor en el terreno de lo simbólico. Así, Renoir gira en torno a un abrazo en el que se funden por un momento, padre e hijo. Se trata, se nos subraya, del primer y último detalle afectivo que el padre tuvo con el hijo. Detalle que Bourdos utiliza, como hace con la recreación de esos meses en la relación en el universo de los Renoir, como material alegórico, como sustento de un ritual por el que este filme aspira a una suerte de trascendencia. Bourdos (se) recrea desde el respeto y el rigor de los datos históricos, para ahondar en el fin de un tiempo vertebrado por el conflicto de la primera guerra mundial. 
Renoir transcurre en el plazo de unas pocas semanas, en la residencia de Pierre Auguste donde el pintor, en el final de su vida, pintó algunas de sus mejores obras en una atmósfer sensual, rodeado de mujeres que lo mimaban como a un rey y en donde, tras la muerte de su mujer, acogió a su última modelo, Andrée Heuchling. Rodado con ensimismamiento, el filme crece sobre una multitud de pequeñas pinceladas, gestos de quien se ha informado prolijamente y de quien se difumina ante excesivo peso de lo que está contando. A veces, opta por un impresionismo visual, a veces, por un naturalismo expresivo. Es el pulso por dar al padre lo que es del padre y al hijo, lo que es del hijo.
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