El crepúsculo de Harry Potter
Título Original: BEAUTIFUL CREATURES Dirección: Richard LaGravenese  Guión: Richard LaGravenese; basado en la obra de Kami Garcia y Margaret Stohl  Intérpretes: Alden Ehrenreich, Alice Englert, Jeremy Irons, Emmy Rossum, Emma Thompson y Thomas Mann Nacionalidad:  EE.UU. 2013  Duración:   124 minutos ESTRENO: Marzo 2013

Pese a que nació en 1959 y que lleva toda la vida trabajando en la industria estadounidense, Richard LaGravenese no ha conseguido ninguna notoriedad. De hecho, a la vista del contenido de Hermosas criaturas, cabría sospechar que el director pertenece a la última hornada de realizadores mercenarios que, incapacitados para labrar una obra adulta, se venden al cine teenager con la confianza de que si no pueden ganar prestigio, al menos obtendrán dinero. Y sin embargo, este LaGravenese irrumpió como guionista en 1992, con una película cuando menos curioso, dirigida por el singular Terry Gilliam: El rey pescador. Luego firmó la también estimable Los puentes de Madison.
Veinte años después de idear aquel relato de un locutor de radio de verbo voraz y sentimiento de culpa debido a que un oyente, influido por sus opiniones, asesina a seis personas y termina por suicidarse, resulta insólito verle al frente de un producto rebosante de acné con olor a Nenuco. De hecho, el filme, saludado como una hábil combinación entre Crepúsculo y Harry Potter, se mueve en un terreno inseguro. No hay piso firme bajo estas criaturas que parecen querer reinventar el neorromanticismo del segundo decenio del siglo XXI.
Hermosas criaturas, nada que ver con el arrebatado y vibrante Criaturas celestiales de Peter Jackson, se juega en el territorio de las aulas escolares, acude a la galería del mundo de fantasmas y espectros y tamborilea ecos de la guerra civil estadounidense, la misma en la que merodean el Spielberg de Lincoln y el último Tarantino. Con excesivos lugares comunes, con una producción que apunta al corazón del público juvenil y sin mayores complejidades, LaGravenese, escoltado por actores de peso, Irons, Thompson, Mann,…se saca de encima el encargo. Pero si en el guión no hay nada relevante, en su puesta en imágenes habita el deseo de huir de lo convencional y el gesto de dignidad de aquel guionista que tanto prometía hace lustros. Es curioso que lo mejor del filme de un guionista no resida en los diálogos ni en el diseño de sus personajes, sino en unas imágenes fascinantes que acaban siendo lo único fantástico en el sentido pleno del término. Y eso es lo que impide que el espectador adulto no salga huyendo de aquí.
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