La madre de todas las películas

Título Original: CLOUD ATLAS Dirección y guión:  Tom Tykwer, Andy Wachowski y Lana Wachowski. Intérpretes:  Tom Hanks, Jim Broadbent, Hugo Weaving, Jim Sturgess, Doona Bae,  Ben Whishaw, James D’Arcy, Susan Sarandon y Hugh Grant Nacionalidad:  EE.UU.  2013   Duración: 172 minutos ESTRENO: Marzo 2013


Muy de vez en cuando asistimos a empresas mayestáticas, babélicas, insalvables. Han nacido para fracasar y fracasan irremediablemente. En ellas se arruinan los más grandes visionarios. Así se resquebrajó Coppola, con una Corazonada que significó su desastre económico. Algo parecido aconteció con Cimino que se estrelló con La puerta del cielo. O con Mackendrick, víctima del gigantismo de Cleopatra. En este caso era sabido que los hermanos Wachowski acabarían aplastados. Hacer un filme como Matrix y provocar un terremoto no sale gratis. A los Wachowski no les han bastado dos entregas más de Neo, ni una desconcertante Speed Racer. Buscaban el naufragio definitivo. Y lo definitivo se titula El Atlas de las nubes. Un filme epopéyico que encierra seis películas distintas y el intento disparatado de hacer una obra total. Eso es lo que aquí se da cita desplegando un alud de sugerentes experimentos, de osadías descabelladas, de encadenados imposibles.

En el comienzo, El Atlas de las nubes era una composición musical. De allí nació un libro. Y del libro, los Wachowski, unidos al alemán Tykwer, han creado una obra compleja y libre que aspira a ser la madre de todas las películas. Ambientada en seis períodos que atraviesan siglos, interpretada por un grupo de actores que asumen roles y personajes en los diferentes capítulos, editada como una suerte de collage en la que conviven y se entrelazan todos esos relatos; se corre el alto riesgo de que esa torre de Babel, que aspira a llegar a lo más alto, resulte incomprensible e inaceptable para buena parte del público.
Se podrá participar o no de la sensibilidad de los Wachowski y su aliado Tykwer, pero no hay duda sobre el riesgo y el compromiso de unos cineastas que proyectan en El Atlas de las nubes un trabajo personal, un experimento en/con el que se exponen. En esos 172 minutos viven secuencias inolvidables, soluciones visuales sobrecogedoras y un vaciamiento palpable y contagioso. Edificada con la percepción cuántica del tiempo, el fluir narrativo es discontinuo y calidoscópico. Lo otro, esa visión metafísica del mundo y el retorno incesante de quienes lo habitan; pertenece a la fe. Pero no es necesario creer para saborear el valor de los iconos.  
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