Caricatura radiográfica
Título Original: HITCHCOCK Dirección: Sacha Gervasi   Guión: John J. McLaughlin; basado en la obra de Stephen Rebello Intérpretes: Anthony Hopkins, Helen Mirren, Scarlett Johansson, Toni Collette, Jessica Biel, Danny Huston  y James D’Arcy Nacionalidad: EE.UU. 2012   Duración:  98 minutos ESTRENO: Febrero 2013

La primera imagen con la que se abre el filme, dominada por una mansión que recuerda la casa de Psicosis, está presidida por Edward Theodore Gein, un asesino en serie cuyas atrocidades, se dice,  inspiraron el célebre filme de Alfred Hitchcock. Gervasi filma a Ed sin pretender la verdad del documental. Al contrario, exagera el artificio como si se tratase de cine teatralizado. Además, al asociarlo a la idea de las presentaciones con las que Hitchcock introducía sus episodios de televisión, un toque de humor desdramatiza el tono y lo reduce todo a un puro divertimento. O sea, desde su arranque se nos avisa que no nos tomemos demasiado en serio lo que vamos a ver, toda una declaración de principios sobre las cortas ambiciones de este ensayo sobre Hitchcock. Posteriormente este Ed Gein se aparecerá al director británico en sus sueños, en sus pesadillas y en sus presagios como una suerte de alter ego que llenaba sus duermevelas de incertidumbre e inquietud.
Aunque el filme se titula Hitchcock, su contenido sólo recoge la estrecha franja de tiempo que duró la gestación, rodaje y estreno de Psicosis. Gervasi traspasa al cine la especulación literaria de Stephen Rebello cuyo mayor mérito consiste en reivindicar la figura de Alma, su esposa, como una mujer mucho más determinante de lo que la historia ha querido reconocer. Con ese leit motiv como divisa, Gervasi entrecruza la recreación del rodaje de Psicosis con especulaciones sobre los pliegues más oscuros de la figura del cineasta, la influencia de su mujer e incluso se permite radiografiar el mundo de Hollywood. En algunos momentos, en lo concerniente a las relaciones íntimas, el filme se adentra en espesuras de difícil verificación. Y en otros, retuerce la verdad histórica para soldar mejor las especulaciones que fabrica. La cinefilia se mezcla con la ironía y el placer de recrear a actores y profesionales cuya imagen es de dominio público choca contra la perplejidad de sentir que se está yendo demasiado lejos. El resultado ofrece un ligero entretenimiento que será mayor cuanto más y mejor se conozca el universo de Hitchcock y una sensación de frustración al comprobar que Gervasi, como el hacer de Hopkins en la piel de Hitchcock, no se libra de las cadenas de la simulación.
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