Los muertos vivientes del Sahara
Título Original: HIJOS DE LAS NUBES, LA ÚLTIMA COLONIA Dirección y guión: Álvaro Longoria    Narración: Elena Anaya  Producción: Javier Bardem, Álvaro Longoria y Lilly Hartley Música: Fernando Velázquez  Fotografía: Josu Incháustegui Nacionalidad: España. 2012  Duración:  79 minutos ESTRENO: Mayo 2012
En un momento del reportaje-denuncia que narra la voz de Elena Anaya y tiene a Javier Bardem como hilo conductor, una mujer saharaui pulsa la esencia de su condición. “Estamos muertos”, dice y al decirlo (d)enuncia algo más que una metáfora. Semienterrados en la arena, divididos por una frontera de alambre, fuego y minas, a la espera de un referéndum que quizá no llegue nunca, el pueblo saharaui se ve forzado a ser protagonista de una de esas vergüenzas históricas que dejan al descubierto la falsedad democrática de las grandes potencias que dominan el mundo. Para denunciar eso Álvaro Longoria, productor de cine que ahora debuta como realizador de Hijos de las nubes, no se complica la vida. Su documento se ajusta canónicamente a los grandes reportajes periodísticos y su intención no admite dudas. La ONU, EE.UU., Francia, Marruecos y España se encuentran en el banquillo de los acusados. Cada país, cada institución, cada personaje político, recibe su correspondiente tirón de orejas en un reparto de culpas cuya responsabilidad, es distinta pero en donde todos los citados cargan con alguna culpa.
Pero la cuestión para ese colectivo de profesionales del cine en solidaridad con el pueblo saharaui no es dictar sentencia sino impulsar que se repare la injusticia sembrada en los habitantes de la antigua colonia española. Longoria resuelve sin ningún subrayado de autoría personal un testimonio que resulta tan instructivo por lo que dicen quienes en él hablan, como por el silencio de los que fueron preguntados y hasta ahora callan. El proceso seguido por Longoria lo acerca a un Michael Moore, sin la espectacular parafernalia del cineasta norteamericano. Es decir, en su recorrido, donde no falta la crónica histórica, los testimonios directos de algunos políticos más o menos implicados con el problema y una cierta puesta en escena que comienza y termina con la denuncia ante la ONU de la situación del pueblo saharaui leída por Bardem, se sigue el catecismo Moore. Longoria no echa mano a florituras estilísticas ni busca ahondar en el drama íntimo. La urgencia del problema se impone al deseo de mostrar el factor humano. Y al no hacerlo, tenemos solo una justa reivindicación. No es cine grande, pero interesa lo que lleva dentro.
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