De donde (pro)vienen los soldados del emperadorTítulo Original: WINTER´S BONE Dirección: Debra Granik Intérpretes: Jennifer Lawrence, John Hawkes, Kevin Breznahan, Dale Dickey, Garret Dillahunt y Sheryl Tate Taylor Nacionalidad: EE.UU. 2010 Duración: 100 minutos ESTRENO: Febrero 2011

Debra Granik podría haberse convertido con esta película en la segunda directora de la historia en ganar el Oscar a la mejor dirección, de no haberse cruzado en su camino con gigantes como los Coen, Aronofsky y Fincher. O quién sabe si en la primera, si ella hubiera hecho Winter´s Bone el año pasado, un año de Oscar débil en el que Kathryn Bigelow se impuso ante un plantel de películas de contundencia menuda y alcance corto. La suerte resulta decisiva en los premios, casi tanto como los intereses creados y los padrinos corruptos. Pero da igual. Con suerte o sin ella, nada le quitará a Winter´s bone la cualidad de mostrarse como una notable película que encierra más de lo que parece asomarse tras un diseño contenido y dulcificado. En esta narración de colmillos duros y niños blandos, la actriz Jennifer Lawrence, preside de principio a fin un relato trufado por una interpretación especialmente intensa y adecuadamente matizada.
A partir de ella, Debra Granik busca la emoción a costa de rozarse con el contexto real. Allí, en la América honda, triste y oscura, en los escenarios de la verdad, emergen metonímicos y reafirmados unos personajes sin tiempo, sin futuro, sin pasado. Con ellos Winter´s Bone alcanza su dimensión de cuento contemporáneo y cruel sobre la ausencia de un padre. Una versión terrible de una búsqueda paterna que lleva a su joven heroína a cruzar el peor de los bosques, el de lo real. Pero ¿cómo se pueden mostrar esos escenarios marcados por el aislamiento, la violencia, el enganche a la metanfetamina letal y la condena de ser un hillbilly, un paleto de pueblo, en el epicentro natural del Imperio que domina el mundo, sin incurrir en la farsa? Granik escoge el camino de la fábula. Es decir, utiliza el contexto real como contrapunto estético para (re)elaborar sobre ese escenario de verdad un relato simbólico con el que se articule una resistencia posible a lo que, de otro modo, carece de sentido.
Los fantasmas que deambulan por el universo de Winter´s Bone ya han sido retratados en otras ocasiones; desde el escalofrío gore de La matanza de Texas al frío descenso hacia la paranoia de Deliverance. Como en los filmes de Hooper y Boorman, los personajes de este filme, de huesos helados y almas en pena, se escapan del espejo social del mundo desarrollado porque, en realidad, su presente pertenece a una estación abandonada en el olvido. Más discutible resulta evaluar si ese sazonar con ternura algunos tramos, desactiva la ferocidad de este terrible cuento. La razón parece evidente, Granik, a diferencia de quienes se asomaron al pozo americano antes que ella, no quiere convertir a sus moradores en monstruos, sino tratar de comprender el por qué de su comportamiento.
Basada en la novela de Daniel Woodrell, un francotirador de lo que se denomina country noir, Debra Granik levantó el centro de esa herida abierta en los montes de Orzak donde sus habitantes agonizan en la trastienda del sueño americano, mientras reciben a los turistas que buscan allí los ecos del origen de EE.UU. Por eso, más allá de las urdimbres con las que se desarrolla este thriller de banjos y violencia, como un relámpago que arroja luz hacia el exterior, Winter´s Bone hace especial hincapié en la única esperanza que le queda a su joven protagonista: enrolarse en el ejército. Así y entre otras cosas, Winter´s Bone señala con explícita intencionalidad que éste es uno de los viveros de donde surgen los soldados del imperio americano. Un campo abonado por el miedo, la pobreza y el aislamiento. La verdadera tierra hostil, parece gritar Granik, no se halla en Irak ni en Afganistán, sino que se extiende en el epicentro del imperio.
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