Hombres sin remedio ni soluciónTítulo Original: NO CONTROLES Dirección: Borja Cobeaga Guion: Borja Cobeaga y Diego San José Intérpretes: Unax Ugalde, Alexandra Jiménez, Julián López, Miguel Ángel Muñoz, Secun de la Rosa, Mariví Bilbao, Alfredo Silva y Ramón Barea Nacionalidad: España. 2010 Duración: 96 minutos ESTRENO: Enero 2011

Pagafantas marcó la puesta de largo de un cineasta que, en el formato de cortometraje, demostraba haber entendido los límites del cuento breve. Casi nada sobraba y poco faltaba en los consecutivos asaltos de un Borja Cobeaga que ha demostrado ser el autor más sólido de esa generación llamada a superar el cine de los autores que provienen de la transición y de aquellos que fueron encumbrados durante las movidas de los años del felipismo. Así que las raíces de No controles, con recorrer las bases de la llamada comedia española en su versión más noble, del Berlanga de Plácido al Cuerda de Amanece…, saben mucho de Woody Allen y extraen más del Ben Stiller más desgarrador y del Wes Anderson más equilibrado. Armado con estos y otros muchos referentes, Borja Cobeaga hace lo más difícil, aquello que sólo está al alcance de los más generosos comediógrafos: dar liebre por gato. Dicho de otro modo, bajo el aspecto de una parodia sin pretensiones, algo tontuna y aparentemente banal, No controles teje un lienzo de estructura sólida y contenido envenenado, una radiografía sobre la situación de la masculinidad hispana en el arranque del siglo XXI.
Si en Pagafantas el retrato del hombre se llenaba de patetismo, en No controles, Cobeaga rubrica un diagnóstico inapelable: la masculinidad amenaza ruina ante la única revolución del siglo XX que de verdad ha fructificado en occidente: la de la mujer.
En el camino, Cobeaga ha creado junto/con/por y para Julián López un personaje inmenso, Juancarlitros; un ser por cuyas venas corren los glóbulos vitales de las mejores series humorísticas de la televisión actual. En Juancarlitros anida lo mejor de esa España de muchachadas y semanitas. Hablamos de un nuevo humor hecho con distanciamiento irónico que no acude ni a la sal gruesa ni a las viejas derivas escatológicas. Paradójicamente a lo que sugiere su título, No controles no puede ocultar el hecho de que ha sido alumbrada bajo un estricto y riguroso control. Todo está medido, posee un buen reparto y sabe hacer cosquillas de verdad. Con ellas Cobeaga empieza a mostrar los colmillos de los grandes autores cómicos: arrancar sonrisas congelando carcajadas.
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