El Macguffin es el mensaje

Título Original: BURIED Dirección: Rodrigo Cortés Guión: Chris Sparling Intérpretes: Ryan Reynolds, Robert Paterson, José Luis García Pérez, Stephen Tobolowsky, Samantha Mathis, Warner Loughlin y Erik Palladino Nacionalidad: España. 2010 Duración: 94 minutos ESTRENO: Octubre 2010

Ya es común el término macguffin formulado por Hitchcock para acotar el núcleo seminal del suspense cinematográfico. La wikipedia lo define explicando que se trata una excusa argumental que motiva a los personajes y al desarrollo de una historia, una excusa que carece de relevancia por sí misma y que resulta intercambiable. Es decir, que ese punto de partida que sostiene la maquinaria de la trama argumental no descansa en desentrañar el macguffin sino en vivir y sobrevivir a la angustia que lo ha provocado. En el caso del filme de Rodrigo Cortés, poco importa que los responsables de ese enterramiento sean terroristas chiitas, ayatolas enfadados, acreedores con malas pulgas o el delirio de una mente enferma. Lo que estructura y aporta su singular atractivo a Buried es que durante 94 minutos, con un único personaje y sin que la cámara salga nunca del interior de un féretro, fluye un filme apasionante; un macguffin mayestático.
Buried se alimenta con sangre del cine artificio. Cine que hace del relato un constructo manipulador de emociones. Cine manierista e impostado. Desde su mismo despegue, un largo minuto con la pantalla en negro, se intuye el poderío que Cortés, su director, posee, y la seguridad con la que conducirá una película que hunde sus raíces en una de esas pesadillas claves del cine de terror : el miedo a ser enterrado vivo.
Con Lovecraft como referente, con un guiño al Edgar Allan Poe de El entierro prematuro y sobre todo con Hitchcock y sus malabarismos extremos como maestro, Buried sigue la estela inquietante de una intriga que acabará explotando en el infierno burocrático de El Castillo kafkiano. Hacían falta muchos recursos y alto oficio para plantear una película así: una caja de madera, un actor, una linterna, un mechero, una navaja y un móvil. Cortés los tiene. Hacia falta mucho valor en estos tiempos de desmoronamiento industrial para, en lugar de refugiarse en la comedia caspa, el realismo ONG o el minimalismo de acné autoral, buscar una cuarta vía: la del goce del espectáculo. Buried lo hace y rehace el cine arrebatado y tramposo, sin duda; pero espectacular y con poder simbólico. Buried sugiere mucho más de lo que muestra y diagnostíca con lucidez el tiempo en el que vivimos.
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