Manual para la superviviencia de personas inteligentesTítulo Original: IF IT WORKS Dirección y guión: Woody Allen Intérpretes: Ed Begley Jr. , Patricia Clarkson, Larry David, Conleth Hill, Michael McKean, Evan Rachel Wood y Henry Cavill, Nacionalidad: EE.UU. 2009 Duración: 92 minutos. ESTRENO: octubre 2009

Samuel Joel Mostel, un cómico judío nacido en Brooklyn, 1915, y fallecido en Philadelphia, 1977, tenía que haber sido el protagonista de Si la cosa funciona. Woody Allen coincidió con él cuando juntos rodaron The Front (1976), bajo la dirección de Martin Ritt y con un guión escrito por Walter Bernstein. The Front (La tapadera) ha quedado como una de las mejores incursiones en la infrahistoria de ese episodio vergonzante conocido como la caza de brujas que lideró el senador McCarthy en esa visagra que unió los años 40 con los 50.
Ritt y Bernstein sabían muy bien qué había ocurrido con la famosa lista negra, porque en ella su nombre fue inscrito. De eso hablaba su película y su película era un gancho en la mandíbula que mezclaba humor con sarcasmo y denuncia con veredicto de culpabilidad. Mostel y Allen, ambos judíos, ambos actores y cómicos, contribuyeron gustosos a ese acto fílmico que, en el fondo, encerraba un gesto de justicia poética y una toma de compromiso. Entonces Allen empezaba a despegar, pasaba por ese dulce momento de plenitud creativa que pocos meses después culminaría en Annie Hall. Vivía feliz con Diane Keaton y se había convertido en el hombre de moda. El caso es que en The Front. Mostel, un excelente actor buen conocedor de Beckett y de Ionesco, daba un recital. Sus facciones pétreas, su voz honda y su mirada taladrante fascinaron tanto a Allen que Allen le escribió un guión a medida, como a medida había escrito Annie Hall para Keaton y para él mismo.

Pero Mostel murió inesperadamente cuando Allen escribía Si la cosa funciona y, durante 32 años, aquel guión permaneció (en)cerrado. La figura de Mostel pesaba mucho y, aunque en su principal personaje resuenen ecos de Allen ,es evidente que Boris Yellnikoff (nombre del protagonista), precisaba de un actor con perfiles más rugosos y con una trastienda más ácida que la que Allen puede encarnar. Ese traje era para otro.

Quién sabe si por las nuevas tentaciones de forjar listas negras o por qué, el caso es que Allen decidió reabrir el viejo guión. Se lo regaló a Larry David , un secundario viejo conocido de Allen quien, incrédulo, ha resuelto bien ese papel envenenado de un misántropo que echa en cara al mundo su talento e inteligencia, mientras se pasea por el barrio lanzando gruñidos de egoísta lucidez.

Desconozco el guión original pero parece razonable asumir que Allen ha (re)ajustado a las hechuras de Larry David el corte pensado para Samuel Mostel. También Allen y el signo de los tiempos han cambiado en estas tres décadas que separan, en su caso, la plenitud física de la fecundidad madura aunque en ella quepan obras tan endebles como Vicky, Cristina, Barcelona.

En Si la cosa funciona hay que reconocer que en esta ocasión se asiste a una pieza de cámara: sólida, vibrante, poderosa. Una mezcla del Allen de su juventud: disparos verbales, paradojas vitales y retratos demoledores, con el Allen de los últimos tiempos: eficacia narrativa, eliminación de todo lo superfluo y querencia por los escarceos metalingüísticos propios del siglo XXI.

Ese Boris consciente de que alguien le está mirando -o sea nosotros los espectadores- ante la indiferencia o incredulidad de quienes le rodean, rubrica-representa no una historia, sino una actitud, la que el filme plantea. La de quien asume que, al final, la derrota aguarda y que el amor ¿siempre? se consume, aunque siempre sea posible encontrar otro nuevo. Y en ella late una moraleja que resume el pensamiento de Allen: Apurar la vida y vivirla sin apuro. Porque como narraba en un celebrado chiste: “Una anciana le dice a otra: ¿Qué asco de vida, no? Sí, tienes razón -le contestaba la segunda- y encima… ¡dura tan poco!”.
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